En 2006 un equipo hispano-tanzano bajo la co-dirección de M. Domínguez-Rodrigo, A. Mabulla y E. Baquedano accedió a los lechos inferiores de Olduvai (www.olduvaiproject.org). Nuestro equipo regresó a las capas más antiguas de la garganta para desentrañar el origen del comportamiento humano. Las preguntas fundamentales que nos planteamos se centran en el origen del comportamiento solidario, el origen funcional de las primeras industrias de piedra, el origen del compartimiento intencionado de alimentos y la dependencia de la carne en la dieta y hemos vinculado todo esto con la aparición de los primeros representantes del genero Homo al que pertenecemos.
Entre nuestros descubrimientos de restos humanos, destacamos más de diez homínidos que han aportado las siguientes novedades:
- Descubrimiento de los restos más antiguos de Homo cf. erectus y demostración de que convivía con Homo habilis y Paranthropus boisei (Domínguez-Rodrigo et al., 2015).
- Primeros restos de un esqueleto asociado de Paranthropus boisei. Hasta entonces se desconocía cómo eran de cuello para abajo estas criaturas. La relevancia del descubrimiento mostró que en una fecha tan tardía como hace algo más de un millón de años estas criaturas todavía mantenían hábitos arbóreos (Domínguez-Rodrigo et al., 2013).
- Descubrimiento del primer caso de hiperostosis porótica en un individuo infantil, que demuestra la existencia de una fisiología acostumbrada al consumo regular de carne hace 1,5 millones de años (Domínguez-Rodrigo et al., 2012).
Además, hemos descubierto una serie de yacimientos nuevos en la parte más antigua de la garganta, que son los primeros yacimientos con entidad (i.e., gran densidad de restos) descubiertos en Olduvai en más de medio siglo. Determinar qué representan en términos de conducta es fundamental para entender el origen del comportamiento humano. A estos efectos, nuestro proyecto multidisciplinar ha desarrollado un enfoque orientado a reconstruir el paisaje con un nivel de detalle nunca logrado hasta ahora. Dicha reconstrucción se basa en una reconstrucción geomorfológica de la paleotopografía del paisaje sobre el que vivían los primitivos seres humanos y una recostrucción paleobotánica de la vegetación existente en el mismo. Para este último tipo de estudio, se está usando la combinación de estudios palinológicos, de fitolitos y de biomarcadores. Las herramientas (y parte del equipo) son los mismos que se han usado para discernir trazas de vida en la superficie de Marte. Con esta reconstrucción detallada del paisaje podremos entender por qué los homínidos elegían unas zonas y no otras para realizar sus actividades y dejar testimonio de éstas en forma de yacimientos arqueológicos. El empleo de herramientas de inteligencia artificial nos está ayudando a reconstruir el proceso y seleccionar áreas sobre ese paleopaisaje que ha conducido al descubrimientos de yacimientos arqueológicos nuevos.
El descubrimiento de estos yacimientos ha permitido acercarnos al uso del espacio que realizaban nuestros antepasados y poder abrir una ventana a su mundo socio-reproductor. Por primera vez se ha identificado un patrón de organización de materiales dentro de cada yacimientos que es común y que nos habla de un mundo social fascinante de los primeros miembros del género Homo. Herramientas de estadística espacial novedosas y aplicadas por primera vez en arqueología nos están ayudando a entender estas asociaciones espaciales como nunca se había hecho antes.
Como otro objetivo fundamental de nuestra investigación, estudiamos cómo ese comportamiento humano primario evolucionó a lo largo de más de un millón de años en formas más complejas recogidas en la arqueología de los yacimientos achelenses. Nuestro equipo ha descubierto uno de los testimonios más antiguos de este importante momento en la evolución tecnológica de nuestros antepasados que aparece en torno a 1.7 millones de años. Este momento es fundamental en la evolución humana porque atestigua la convivencia de grupos humanos en grandes grupos y con diversidad de comportamientos según el hábitat en el que se encontraban. En estos yacimientos achelenses tenemos una oportunidad única de acercarnos a la mente de aquellos humanos a través de la intencionalidad de plasmar formas determinadas en sus herramientas. Igualmente, tenemos una oportunidad de conocer sus estrategias de subsistencia, en este momento que recoge la explotación regular no sólo de fauna de pequeño y mediano tamaño, sino también de megafuana de más de una tonelada de peso.
La combinación de técnicas novedosas (con aplicación pionera de la inteligencia artificial) en una visión sincrónica (en la reconstrucción de los paleopaisajes y las conductas humanas contenidas en ellos) y diacrónica (la evolución del comportamiento en el tiempo), hacen de este proyecto algo único en el campo de la evolución humana.
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